En el cruce de tres grandes ríos, se asoma la ciudad austral más antigua del mundo. Valdivia fue fundada por los españoles en 1552, invadida por corsarios holandeses y habitada por colonos alemanes. Esta ciudad, que soportó el terremoto y maremoto de 1960, el mayor registrado en la historia de la humanidad, hoy sigue en pie, para caminarla, saborearla y disfrutarla, a cualquier hora del día.
Aquí llueve casi todo el año, es por eso que ves verde en todos lados, aunque cuando sale el sol un imperdible es que navegues por el Río Calle Calle, visites el mercado fluvial que cada mañana ofrece los mejores productos del mar y que disfrutes del espectáculo de los lobos marinos en la costanera. Si buscas buena gastronomía, no dejes de probar las cervezas artesanales, el jabalí, los crudos y los chocolates de la zona.
La historia de Valdivia se puede repasar en sus museos; todos están en la zona de la isla Teja. La casa Carlos Anwandter está junto al Calle Calle y hoy alberga el museo histórico Van de Maele, con exposiciones que recuerdan los pueblos originarios de esta zona y el proceso de colonización.
Sobre las ruinas de la ex cervecería Anwandter se levanta el Museo de Arte Contemporáneo, MAC, de arquitectura moderna. Te impresionará por su excelente programación y su ubicación a la orilla del río Valdivia, con una magnifica vista al atardecer.
Su costanera invita a caminar o a un paseo en bicicleta. También es imperdible es navegar por el Río Calle Calle en catamarán, bote, kayak o bicicleta de agua. Junto a estas actividades todas las mañanas es posible recorrer el mercado fluvial que ofrece los mejores productos campo y del mar. Junto al mercado, la oferta incluye contemplar el tranquilo pasar de la colonia de lobos marinos que hace años ya se estableció en el lugar. Más allá, junto al Museo Submarino O’bryen, la opción es continuar hacia la calle General Lagos para conocer un poco más de las construcciones y casas de los colonos alemanes y españolas y volver a los alrededores de la plaza de armas para degustar lo mejor de la gastronomía y cervezas locales, terminando con las exquisitas y clásicas chocolaterías.
Sus tranquilas aguas son vitales para el transporte de pasajeros y productos, así como de escenario de competencias náuticas. Allí el remo ocupa un lugar relevante a nivel nacional. Además es el marco de las celebraciones de la tradicional “Noche Valdiviana”, con su corzo fluvial encabezado por la “Reina de los Ríos” y su corte de honor, que incluye un espectáculo audiovisual y pirotécnico. Los paseos fluviales por el río Calle Calle , Valdivia, Cruces y Cau Cau nos permiten recorrer la historia del terremoto y maremoto de 1960, introducirnos en la tranquilidad del bosque, descubrir aves entre los juncos y tener una visual de la ciudad desde el agua.
La historia de Valdivia se puede repasar en sus museos y bosques Urbanos. La Universidad Austral, en la Isla Teja, contiene museos que recuerdan los pueblos originarios de esta zona y el proceso de colonización, la historia de la ciudad, la historia natural y también el arte contemporáneo. Si de se habla de bosques, Valdivia destaca por su extensa red de áreas verdes con parques botánicos de especies exóticas y nativas. Son de fácil acceso, ideales para tranquilos paseos en familia, con niños o adultos mayores.
La ruta de los castillos y fuertes encanta tanto por su arquitectura como por sus vistas a los ríos. Estas construcciones constituyeron el mayor sistema de defensa ante los piratas que amenazaban con arrasar con la costa del Pacífico durante los siglos XVII y XVIII. De paso también sirvieron a los conquistadores españoles para protegerse de los ataques indígenas. El más grande y mejor conservado es el fuerte de Corral, que incluye el bastión de San Sebastián de la Cruz y varios cañones. En la orilla norte del río, el fuerte Niebla permitía atrapar a los atacantes en un fuego cruzado; hoy tiene un museo que recopila colecciones de la historia de las fortalezas. En la isla de Mancera, el castillo San Pedro de Alcántara se convirtió en residencia del gobernador militar.
Además de los 3 más visitados, se cuentan las deterioradas murallas del castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monfort de Lemus, que son las ruinas más antiguas y el fuerte de Amargos, a media hora de camino, se alza sobre una pequeña aldea de pescadores.





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